¿Por qué una persona decide acabar con su vida? – Hina

SALUD MENTAL

¿Por qué una persona decide acabar con su vida?

Las fantasías o intentos son mucho más frecuentes de lo que la gente piensa. No creo que ninguna persona no haya estado atravesada por alguna ira contra sí misma alguna vez. Por ejemplo, los intentos lentos disfrazados que buscan terminar con la vida, como la adicción a las drogas o a las comidas, existen.

Escribe: Genaro Riera Hunter

Como psicoanalista, tengo una larga experiencia en acompañar y tratar a personas con sufrimientos síquicos.   

El desierto de satisfacciones puede crecer en condiciones presentes de marginaciones y rechazos. Arrebatos, impulsos, enojos contra sí mismo es de lo más frecuente, cada uno pudo tener o conocer personas cercanas con estas reacciones.

Las “susceptibilidades psíquicas” histéricas, como las denominaba Sigmund Freud, y que las estudió tempranamente, mostraban cómo se dan estas reacciones: “ante la menor desatención reaccionan como si de una mortal ofensa se tratara”, dice Freud.

Estas situaciones desencadenantes son pretextos para un estallido y no son lo que produce el intento de suicidio, sino los recuerdos de “múltiples e intensas ofensas anteriores, detrás de las cuales se esconden aun el recuerdo de una grave ofensa jamás cicatrizada, recibida en la infancia”, dice Freud. Una “insignificante molestia” puede producir un grito, hacer rugir al sujeto casi como un león moral, por decir así. Entonces, la causa no es externa sino interna. La causa no son motivos presentes: rupturas, duelos, quiebras, discusiones…son estos factores que sirven para gatillar, en todo caso, razones inconscientes del pasado.

Genaro Riera Hunter, psicoanalista. Fotografía de Fides Gauto.

La falta de reconocimiento

Un capítulo importante en estos temas son los accidentes. Indagar el estado psíquico antes del accidente es fundamental, quizás algo no andaba bien en su vida. Freud dio mucha importancia al auto castigo que se expresa en autorreproches y que se enlazan a situaciones externas y lo lleva a efectos dañinos buscados inconscientemente. Es estructural al ser humano que se encuentre exiliado de la palabra, del reconocimiento; que frente a su demanda por lo general el otro haga caso omiso, como lo señala Colette Soler. De ahí que cada persona se encuentre excluida y si se enlaza con alguna vivencia pasada puede tomar un camino autodestructivo, un accidente fatal, por ejemplo.

Escape ante lo insoportable

Hay muchas formas de suicidarse. Los suicidios lentos disfrazados existen. Adicciones a drogas, comidas o exposiciones extremas al riesgo son formas inconscientes de suicidios, no solo existen las intenciones consientes de suicidarse. El intento de suicidio también puede ser el desenlace de un conflicto psíquico grave que está tomando alguna ruta o línea de trastorno aun no establecido de manera clara.

En general las insatisfacciones presentes, la escasa capacidad de tolerar la frustración y la demanda de consumo forman un triángulo para la condición delicada del ataque o estallido psíquico de la persona.

El intento de suicidio es un acto que se caracteriza por lo apremiante. La persona encuentra que no tiene salida, no tiene escape ante lo insoportable. Por eso es una situación de urgencia subjetiva en que no cabe la lista de espera. La escucha debe ser casi inmediata.

Llamar la atención de manera ruidosa es frecuente. Estos llamados son muchos de los intentos de suicidios. No hay que descalificar al llamado de atención. Estos llamados son como mensajes, hay que descifrarlos. En general la persona llama la atención marginándose, segregándose. Si el sujeto interpreta que no es incluido, por lo general llama la atención de manera ruidosa y son estos actos los que terminan siendo gestos suicidas o amenazas suicidas. También participan en estas lecturas de marginación o de desvalorizaciones un punto de susceptibilidad importante.

La pandemia de la Covid19 dejó secuelas de depresión en muchas personas. Foto de Alejandra Gómez.

Escuchar al que quiere suicidarse

Los suicidios o los intentos pueden estar en cualquier cuadro clínico, sean psicosis, neurosis, perversiones, o en los llamados estados fronterizos o trastornos de personalidad. Estos intentos nos muestran que un diagnóstico subjetivo y situacional debe hacerse en urgencia. Se debe tener presente que los dispositivos de urgencias son siempre estrategias de prevención del suicidio. En nuestro país hemos implementado en 1987 el Servicio de Atención Telefónica Anónima y Gratuita denominado Alguien te escucha. Los programas de salud mental, a mi modo de ver, deben contar con dispositivos de atención a estas situaciones de urgencias como son los intentos suicidas.

Estos dispositivos deben estar conducidos por profesionales que puedan escuchar los motivos suicidas que se expresan en general en palabras. Saber escuchar lo que dicen las palabras es parte de la formación del psicoanalista y son estos los capacitados para atender estas urgencias subjetivas. No se resuelven estas urgencias dando consejos o diciéndole que tome vacaciones o tenga pensamiento positivo o aprenda a reír.

La atención no es por vía de protocolos psicológicos o psiquiátricos. Estos dejan vacía la escucha clínica psicoanalítica. Los protocolos están llenos de prejuicios, son superficiales en la supuesta indagación que promueven. Escuchar es deducir cuestiones en la misma palabra que se dice. Escuchar es captar porqué ese sujeto fue sensible a un gesto, a una mirada, a una palabra, a una conducta que desencadenó una reacción ruidosa, escandalosa.

Ahora, esto no significa que el psicoanalista no recurra al apoyo psicofarmacológico de un psiquiatra. Claro que ese psiquiatra debe estar formado básicamente en psicoanálisis para captar la problemática psíquica en la que se está interviniendo.

No todo suicida es una persona melancólica

Hay que tener en cuenta que la urgencia subjetiva está anunciada por la misma persona. Los intentos y amenazas de suicidio son la comunicación de la urgencia subjetiva. Son las formas de querer entrar en escena, esa escena de la cual el sujeto se encuentra fuera.

No todo suicida es un melancólico. No siempre estamos frente a un estado de estructura psíquica de melancolía. Es cierto que hay que escuchar y asegurarse que no estamos frente a un estado psicótico pero los actos suicidas van más allá de un cuadro melancólico. Ahora, el calcular nunca lo es todo, hay lados subjetivos en que lo incalculable habita. Es decir, hay que calcular sabiendo que no se abarca todo con cálculos diagnósticos, es la manera psicoanalítica de estar atento. No hay diagnóstico que absorba todo juicio de saber. El diagnóstico de estructura presupone alejarse del diagnóstico llamado salvaje, diagnósticos agresivos y violentos. El diagnóstico de estructura es sutil porque se ocupa de rasgos. Un diagnóstico no es para concluir nada, es para orientar un análisis hacia lo singular y es la condición necesaria para no producir naufragios.

Muchos actos suicidas son por vergüenzas, por ejemplo. Sujetos con fuerte ideales y comprometidos cuando fracasan con los ideales se sienten avergonzados y comenten actos suicidas. Conste que en esta época de relajamiento general el sin- vergüenza se extiende y entonces este tipo de salidas suicidas no existen casi. El honor y el decoro ha terminado. Otros actos suicidas son delirantes, buscan primero salvar a sus familias de derrumbes económicos por ejemplo y entonces matan a sus miembros y luego se suicidan.

El suicida no busca la muerte

El suicidio responde siempre a una situación en la que el sujeto no ve otra salida que no sea el suicidio, pero no es que busque la muerte, busca salir de la situación insoportable. De ahí que el tiempo de comprender, el tiempo de espera y acompañamiento es lo que se necesita para ayudar a una persona en ese cuadro. Y es justamente el tiempo para “perder” escuchando o acompañando lo que nuestra época no ayuda. Nadie tiene tiempo y “gastar” tiempo es prácticamente un gesto de irresponsabilidad para la mirada actual.

La participación del otro, del entorno inmediato, siempre está implicado en un acto suicida. Hay que ser cínico para desmentirlo. Es cierto, no es la causa del acto, pero sí de alguna manera partícipe. Por ejemplo, recuerdo el caso, en una noticia televisiva, de una niña de 12 o 13 años que se lanzó de una buena altura y se supo luego que estaba embarazada. ¿No es acaso un ejemplo posible que su acto estuvo asociado al rechazo a su estado o el sentimiento de no acogimiento que experimentaba?

Y, por último, señalar que para el acto suicida no se necesita de un acontecimiento extraordinario. Hay sismos ordinarios en la vida cotidiana que pueden abrir un precipicio bajo los pies de un ser humano.


*Genaro Riera Hunter es sicólogo clínico, fundador del Dispensario Psicoanalítico Intervalo, miembro de la Asociación Ágape Psicoanalítico Paraguayo y coordinador de la Sección Psiquiatría y Psicoanálisis de la Sociedad Psiquiátrica del Paraguay.

En el caso de alguna crisis, es importante pedir ayuda profesional. El Ministerio de Salud Publica y Bienestar Social, a través de la Dirección de Salud Mental, pone a disposición un directorio de profesionales en este enlace.


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