¿Qué proponen los presidenciables en materia ambiental?
Con el grito y el cinto como símbolos, Payo Cubas muestra el fracaso del centro, derecha e izquierda democráticos, incapaces de ser alternativas al bipartidismo colorado-azul
Escribe: Antonio Rodríguez
A 15 días de las elecciones en Paraguay, parecen sorprender los datos de las encuestas que sitúan a Payo Cubas como el principal depositario del voto “Bronca” contra el sistema político electoral paraguayo.
Pero Cubas no es un “inofensivo chaparrón de verano” o un “rayo en cielo sereno”. Porque viene construyendo desde hace años un espacio político que se caracteriza por una abierta y agresiva confrontación con todo el proceso político y sus partidos, sean estos de centro, derecha o izquierda, y porque hay millones de paraguayos y paraguayas hartos de esperar, hace 33 años, que la democracia, hegemonizada por el Partido Colorado y secundada por el PLRA, les resuelva sus problemas de empleo, salud, educación y alimentación.
¿Cuáles son las razones por las que un político de las características de Payo Cubas llega a colocarse en las encuestas de intención de voto con un porcentaje tan alto que incluso podría definir las elecciones del 30 de abril próximas? Los votos que él en intenciones hoy cosecha ¿no deberían haber sido capitalizados por las expresiones anti-coloradas como la Concertación Nacional (CN), el Partido Patria Querida (PPQ), el Partido Encuentro Nacional (PEN) o el Frente Guazú Ñemonguetarä (FGÑ)?
El Partido Colorado cuenta con una larga tradición de prácticas antidemocráticas. Es un partido con tendencias fascistas en su interior y una historia de represiones y crímenes contra los derechos humanos que sostuvo durante 35 años la dictadura de Stroessner. Tal como demuestran todos los días los medios de comunicación, es un partido copado por corruptos, narcotraficantes y lavadores de dinero, y es el principal responsable de la pobreza y la pobreza extrema en el país. La ANR también apoya explícitamente la criminalización de las organizaciones de mujeres y de la comunidad LGTBI que levantan las reivindicaciones de género y de libertades sexuales y reproductivas.
En el otro lado del escenario está una oposición “democrática” -un archipiélago de partidos, movimientos y personalidades varias- incapaz de levantar un programa y una práctica atractivos para la pequeña clase dominante formal y los desesperados que viven en la pobreza y la miseria. Esta variopinta oposición marcada por profundas disputas personales de egos desmesurados y pobre comunicación y vínculos con las mayorías sociales, incluye entre sus filas incluso a algunos, declarados u ocultos, fieles crematísticos del empresario Horacio Cartes.
La oposición popular o de izquierdas -otro archipiélago más de la política local- pasa por una profunda crisis, fruto de una repentina enfermedad de su principal líder y una falta de orientación clara en la coyuntura. Este espacio está dividido por la evaluación del momento político y las diferencias sobre la estrategia de acumulación de fuerzas que se debe desarrollar en este proceso electoral. Anclados en el pasado de la guerra fría, con el movimiento social, campesino y urbano, muy debilitado y con graves dificultades de administrar conflictos por falta de democracia interna, las llamadas izquierda en el país parecen haber sido un súbito orgasmo político estimulado por Fernando Lugo. Es claro que hoy van de nuevo hacia la atomización y la marginalidad.
El PPQ tuvo su mayor acumulación en las elecciones generales del 2003, convirtiéndose fugazmente en la tercera fuerza política detrás del PLRA. Luego comenzó su gradual pero sostenido debilitamiento, al no poder diferenciarse de los partidos tradicionales ANR y PLRA ni conectar con las mayorías sociales y populares. Lo mismo puede decirse del PEN, que apareció como un Sol en las elecciones de 1993 de la mano de Guillermo Caballero Vargas, y luego comenzó a apagarse.
Que Cubas esté recibiendo hoy ese voto “Bronca” contra la clase política tradicional concentrada en el bipartidismo rojo/azul ¿es el reflejo del fracaso de las opciones que intentaron ser alternativas al bipartidismo, tales como PPQ, PEN y el FGÑ?
Todo indica que la productividad política y electoral de las opciones democráticas de derecha, centro e izquierda a lo largo del proceso democrático post dictadura, ha sido pobrísima, aun cuando acumulen mucha más historia y tengan dirigentes mucho más sensatos que Payo Cubas.
Se debe considerar que Payo Cubas no hace exclusiones en sus críticas a la clase política. Para él todos son corruptos, mafiosos, ladrones y un largo etc. de adjetivos, salvo él y sus cercanos.
Esta amplitud de su crítica le permite cosechar los denominados votos “Bronca” de todos los colores, olores y sentimientos, sin programa político alguno que permita vislumbrar cuál es su proyecto. Cubas se basa en el grito y el cinto como símbolos de su programa autoritario y excluyente de la diferencia y la disidencia.