El efecto Bukele en las elecciones del 30 de abril – Hina

ELECCIONES GENERALES

El efecto Bukele en las elecciones del 30 de abril

La emergencia de la candidatura presidencial de Payo Cubas revela un deseo político que va creciendo a medida que la democracia paraguaya no resuelve los problemas reales de la gente.

Escribe: Darío López

Los colorados festejan que Payo Cubas siga creciendo en intención de votos, al punto que vaticinan que el controvertido exsenador “desplazará del segundo puesto a Efraín Alegre”. Dan por sentado que con ello Santiago Peña tiene cancha libre para llegar fácilmente al Palacio de López.

En la Concertación los optimistas dicen que Cubas «chupa» electores colorados y en menor medida opositores, y que al final será Alegre el beneficiado de la cancha abierta en la que, según los liberales y concertacionistas, lleva las de ganar.

Payo, mientras tanto, no baja un ápice su discurso efectista, en el que promete una revolución de la política paraguaya, y en la que él, dice, solucionará los problemas de corrupción que, por un lado, carcome el dinero de los contribuyentes y que, por el otro lado, vomita gobiernos ineficientes en los años que lleva el proceso democrático. Cubas se declara anarquista y autoritario y enfatiza que simpatiza con un sistema dictatorial en el que él sea el centro y la persona adecuada para encaminar a la nación.  Y no existe ningún motivo para dudar de sus palabras, en cuanto a su simpatía por un régimen antidemocrático se refiere.

Si se confirma la «sensación térmica» de que Cubas será la tercera fuerza en las elecciones del 30 de abril, el hecho (si se da) no debería ser visto como una anécdota, o como un inofensivo chaparrón de verano. Debería ser entendido como el principal mensaje que dejará la compulsa electoral: que mucha gente está harta de la clase política tradicional, y que Cubas es el germen de un tsunami que, en un futuro de mediano plazo, podría arrastrar al país a los brazos de un dictador, que podría ser el mismo Payo o algún otro de los muchos enanos fascistas que están allí, como células durmientes, y que una coyuntura lo puede poner al frente de un proyecto dictatorial.

Hay mucha gente harta. Que está dispuesta a divorciarse de la democracia y aceptar cualquier figura que garantice «mano dura», efectividad, trabajo, alimentación y estabilidad. No hay que desdeñar el efecto Bukele (actual presidente de El Salvador), que ya cuenta con muchos simpatizantes paraguayos, y Payo Cubas reúne los requisitos para ser la versión criolla del salvadoreño.

Muchos dicen: los colorados están devorados por la corrupción, por los cambios de gobiernos que nada cambian, por la obsesión de seguir agrandando el Estado como método de supervivencia y rapiña, pero cuyo efecto económico y social es atroz para la mayoría del país. De los liberales se dice: en los un año y pico que fueron gobierno, luego de la caída del gobierno de Fernando Lugo, demostraron llevar un «hambre atrasado» que no le va en zaga a los colorados. Y que en los hechos son el clon de estos, con la única variante de ser de color azul. A todo esto, le suman el puñal por la espalda que aplicaron a su aliada, la izquierda, hoy desparramada tras el ACV que postró al exobispo. 

Con este escenario, se va acercando el día D, el momento en que la concurrencia a las urnas dejará muchos mensajes para los que gustan ver los procesos electorales desde todas sus aristas.

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