La atención: el recurso cognitivo más importante del ser humano en manos de las plataformas tecnológicas – Hina

Reportajes

La atención: el recurso cognitivo más importante del ser humano en manos de las plataformas tecnológicas

La pantalla, espejo de las vulnerabilidades humanas, atrofia cada vez más el cerebro y la mente

Por Arístides Ortiz Duarte

Diego Maradona recibe la pelota en el costado derecho de la media cancha. Su atención está, a un mismo tiempo, fija en su cuerpo, en la pelota y en su entorno inmediato. Su cuerpo elástico esquiva a un rival, esquiva a otro y avanza hacia el arco contrario. Con la pelota pegada al pie izquierdo, corre con la elegancia de una gacela y por el camino deja a otro, y a otro y, finalmente, al arquero Inglés Peter Shilton. Gool en el estadio Azteca de México.

Los diez dedos del pianista chino Lang Lang se mueven con una velocidad de vértigo sobre las 88 teclas del piano. Lang –considerado uno de los mejores concertistas de piano del mundo- extasiado, cierra sus ojos, sonríe levemente y concentra su atención en sus oídos, en sus manos y en las teclas del piano. Sus dedos, que parecen no tocarlas, las barre una y otra vez de extremo a extremo como una ola, al tiempo que brotan los sonidos.      

Rasmus Munk, considerado el mejor chef del mundo en 2024, prueba un bocado en la cocina del restaurante Alquimista, en Copenhague, Dinamarca. Munk cierra los ojos y realiza con su atención un viaje al interior de su boca, a las pupilas de su lengua y a las paredes de sus fosas nasales. Los abre, saborea, olfatea, sonríe, y da el visto bueno a su ayudante de cocina.  

Maradona, Lang y Munk poseen algo en común: desarrollaron la capacidad de enfocar toda su atención en lo que hacen. Maradona dominando el movimiento de su cuerpo. Lang poseyendo sus oídos. Y Munk apoderándose de sus sentidos del gusto y del olfato.

Las gambetas de Maradona terminan en el gol. Partido Argentina versus Inglaterra.

Todos ellos dirigen y concentran su poderosa atención en lo que quieren. Y, por esto, son extraordinarios, genios. Porque concentrar plenamente la atención en lo que hacen, los lleva a vivir en el instante del aquí y el ahora, en el presente, en el que discurre lo real de la vida.

El proceso de cognición (conocer) del cuerpo-cerebro y la mente del ser humano es muy complejo. En este proceso se activan varios recursos cognitivos. Estos recursos son: sensación, percepción, pensamiento, memoria, lenguaje y atención. La cognición tiene dos dimensiones: el cerebro y la mente. El cerebro es materia, visible, medible. La mente es inmaterial, invisible e in-medible.  Ambos están interconectados. Pero cuando la ciencia intenta explicar la mente, da un salto al vacío, cae en el misterio de la consciencia. La atención parece estar en este misterio. 

La caballería cognitiva citada puede ser dirigida, según los últimos estudios de la neurociencia y la ciencia contemplativa, por la ATENCIÓN, porque -si se la gobierna- puede unificar las acciones de los demás recursos cognitivos en un solo punto: cualquier otro punto perceptible, sensible, pensable, expresable y recordable, cualquier otra fuente observable, desaparecen de la mente, y ésta, por imperio de la atención, se concentra en lo que hace aquí y ahora. Dicho de otra forma, donde está la atención, están el cuerpo-cerebro y la mente de una persona, está la vida de esa persona.

Lang en un concierto en Zaragoza, España.

Todas las investigaciones y los estudios científicos de las últimas cuatro décadas concluyen lo mismo: el pensamiento complejo, estratégico y creativo, la sensibilidad artística a partir de la claridad de los sentimientos y las emociones y la compostura estable de la mente (una mente quieta, sana, feliz), todos dependen de la capacidad de la persona en demorar en el tiempo su atención en un objeto, en su propia mente o en su entorno. De igual manera, dependen de ella la eficacia de las tareas simples, concretas, aparentemente fáciles: lavar los platos, conducir un auto, cepillar los dientes, golpear con un martillo, repasar el piso, defecar, comer o dormir.  

Volviendo a nuestros personajes ¿Podrían Maradona, Lang y Munk ser geniales si interrumpieran sus quehaceres cada cinco minutos para mirar sus teléfonos celulares? No. Porque sus genialidades dependen de su capacidad de atención larga y total. Porque la mente necesita lentitud, enfoque y concentración para crear un exquisito plato, interpretar una melodía sublime o realizar una jugada magistral. Si la mente se distrae con el chillido de la notificación de un celular, no habrá creación, y es probable que choque el auto que se está conduciendo.    

Las grandes plataformas tecnológicas –Google, Amazon, Meta, Microsoft, Apple, que dominan internet- capturaron nuestra atención. Este “mercadeo de la atención” en la red convirtió nuestra cognición en una mercancía más. Una (la de miles de millones de usuarios de la red en el mundo) que debe ser endulzada, atraída y atrapada para que genere dinero infinito a los dueños de aquellas plataformas.

Munk preparando uno de sus platos.

Los ingenieros de las tecnológicas (asesorados por sicólogos, siquiatras y neurocientíficos rentados) diseñan sus aplicaciones y sitios para que generen en nosotros los usuarios una droga natural llamada dopamina, un neurotransmisor del cerebro que nos produce placer. Las tecnológicas también se aprovechan de nuestra condición de seres sociales, dependientes del otro, necesitados de la atención y la aceptación del otro. Con estos dos anzuelos, nos enganchan en el uso de las aplicaciones y redes sociales como una persona adicta a la cocaína o al azúcar. Así, la pantalla de teléfono celular -cuyo contenido es condicionado por las tecnológicas- se convierte en el espejo de nuestras vulnerabilidades más profundas, las que vivimos para auto-agredirnos.   

Los segundos, minutos y las horas que nuestra atención se posa sobre una aplicación, una red social, un buscador o un juego electrónico, se monetizan. Y es que somos nosotros mismos, sin coacción ni coerción alguna, manipulados por los algoritmos, los que damos a las grandes plataformas nuestros datos y nuestra información personales. Estos bio-datos -previo a ser vendidos a otras empresas para que nos vendan sus productos- volverán a nosotros en forma de publicidad y mensajes personalizados. Porque hay un internet para cada uno de nosotros. Es decir, hay millones de internet, cada uno adaptado a su consumidor, gracias a las técnicas y las herramientas de la micro-focalización que impera en el mercado de la atención, a través de las que la red nos conoce mejor que nosotros mismos. Somos, como lo define el filósofo Byun Chul Han, víctimas de una “violencia neuronal” perpetrada por las grandes plataformas. 

Así, la atención es la piedra angular de la estructura edificada por las grandes plataformas para explotarnos y dominarnos. Es la base de la economía inmaterial, de la extracción de datos, la que se está imponiendo en esta última etapa del capitalismo. Sin la captura de la atención no serían posibles los espacios virtuales de control geopolítico y geoeconómico de EE.UU., China y la Unión Europea, cuyos estados están detrás de las tecnológicas.     

La mercantilización de la atención humana, de ese regalo evolutivo que recibió el homo sapiens a lo largo de su historia, está cambiando el cerebro humano, un órgano plástico como todo el cuerpo. Está empobreciendo nuestra mente, fragmentando y dispersando nuestra atención hasta volverla inútil para que resuelva los problemas fundamentales de nuestras vidas.

El robo de la atención tiene, cuando menos, tres impactos que llevan a la especie humana a una crisis existencial: la pandemia de enfermedades y trastornos mentales, de improductividad intelectual y física, y la crisis de pensamiento abstracto causados o contribuidos por los contenidos y las formas de la pantalla, la boca de acceso a la infinita red dominada por las tecnológicas.

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