“Tiene que haber un monitoreo constante de todas las variables del agua subterránea”: entrevista al científico Karim Musálem
Aunque es ignorado por los candidatos a las intendencias y las concejalías, el acuífero Patiño da vida a los habitantes de la Región Metropolitana de Asunción y es el verdadero motor de su pujante economía. Hína te muestra la inmensa riqueza que hay bajo el suelo, ahí, a tan solo 12 metros de tus pies.
Escribe: Arístides Ortiz Duarte Ilustra: Andrés Peralta Fotografía: Cecilia Rojas
18/2/2022
“¿Sabés cuánta agua hay debajo de tus pies…?”, me pregunta Fernando Larrosa, doctor en hidrogeología, seguro de que no sabré responder. “¡Hay 1.000 metros de profundidad, 65 kilómetros de largo y 30 kilómetros de ancho de agua…! ¿Sabés lo que es eso…?”, agrega enfáticamente.
Larrosa, docente e investigador de la Facultad de Ingeniería de la UNA, acababa de sacarme de la ignorancia que compartía con la mayoría de los más de 2.800.000 habitantes de la Región Metropolitana de Asunción (REMA) y parte del departamento de Paraguarí que viven sobre el Patiño. Personas que no saben de dónde viene el agua mineral o la gaseosa o la cerveza o el agua de la canilla que beben con placer; agua que incluso se dan el lujo de derrochar, sin pena alguna.
Mientras escribo estas líneas en el barrio Sajonia, mis pies pisan un suelo que oculta un inmenso manto de agua pura y transparente, una masa de agua casi estacionada que ocupa los vacíos que dejan las areniscas, arcillas, gravas y rocas formadas durante los cientos de milenios de evolución geológica de la Tierra.
Si el lector imagina que derrama agua en una gigantesca pileta triangular cargada de cubitos de hielo, verá que el líquido cristalino llena todos los poros de estos materiales sólidos. Antes, verá que esta imaginaria pileta tiene debajo de su superficie (el suelo) una primera zona repleta de arcillas, gravas, rocas y areniscas, pero sin agua; luego divisará la llamada “capa freática”, la línea hasta donde llega la presión del agua que equivale a la presión atmosférica; y al final, debajo de esta línea, está la zona con los mismos materiales que la primera, pero con sus poros rellenados de agua casi quieta, fresca y transparente.
Así es el acuífero: un cuerpo de agua en forma triangular de 1.776 kilómetros cuadrados que se extiende debajo de la REMA y tres municipios de Paraguarí. Una superficie superior en tamaño a los estados del Vaticano, el Principado de Mónaco, Maldivas, la República de San Marino o Andorra, todos con menos de 1.000 kilómetros cuadrados de superficie.
“Y está apenas a 12 o 14 metros de tus pies… está muy cerca”, me dice Félix Carvallo, geólogo y doctor en gestión integrada de recursos naturales, docente e investigador de la Universidad Católica, uno de los que más ha estudiado el Patiño. En su laboratorio de investigación, Carvallo me explica con pasión que pocos saben de la existencia del agua del Patiño por ser invisible, por estar debajo de la tierra. “Pero está ahí, abundante y fresca, a una temperatura de 18 grados”, dice sonriendo.
Los que imaginan agua subterránea –dice Carvallo– suelen imaginarlo como un río que corre debajo de la tierra siguiendo el declive del suelo. “Y no es así. Está en realidad casi quieta. Se mueve, pero muy muy lentamente hasta caer en los lagos, arroyos y ríos que están sobre su superficie”, describe el geólogo.
El inmenso triángulo subterráneo, ese mundo acuático que la mayoría absoluta de los habitantes de la REMA ignora, tiene en sus cavidades una cantidad astronómica de líquido, pero que puede medirse: 258.000 millones de litros de agua están disponibles, todos los días, a cada hora y minuto, para las siempre insaciables bocas de 1.500.000 personas que beben de él y lo usan para fines domésticos a través de los pozos artesianos caseros, de las aguateras privadas y de los pozos de las juntas de saneamiento y las comisiones vecinales. Agua que brota del gigantesco vientre del Patiño y que, literalmente, da vida a los habitantes de la región metropolitana.
La entrada y salida del agua
El ciclo natural de recarga y extracción de agua del Patiño nunca para.
El acuífero es del tipo “libre”; es poroso y por ello fácilmente se infiltran en él líquidos o efluvios pesados (aceite, combustible, agua sucia) o livianos (agua limpia). Está, además, a tan solo a entre 12 y 14 metros del suelo. Su permeabilidad hace que todo lo que derramemos sobre su superficie ingrese rápidamente. Cuando llueva sobre el suelo del Patiño, el lector sabrá que el agua entra al suelo y alimenta a ese ser vivo cargado de oxígeno que parece inmortal: la lluvia es la principal vía de reposición del líquido extraído de sus cavidades para consumo y uso.
No solo entra agua de lluvia en el acuífero. “Una importante cantidad de agua que pierden las cañerías de la red de agua potable de la Empresa de Servicios Sanitarios del Paraguay (Essap), las aguas negras de los pozos ciegos que se derraman en el suelo y las aguas de riego de las casas y los cultivos también ingresan en él”, me cuenta el ingeniero ambiental Roberto Lima, uno de los mayores expertos en residuos líquidos y sólidos del país.
La directa y rápida infiltración del agua de lluvia en las aguas del Patiño es su fortaleza, pero también su vulnerabilidad, porque se contamina con extrema facilidad con las actividades de las personas que viven sobre él.
Ese movimiento de colosales volúmenes de agua que entra y sale es incesante y, por suerte hasta ahora, equilibrado. Así lo confirma el último diagnóstico del Patiño denominado Estudio de recursos hídricos y vulnerabilidad climática realizado en el 2018 por expertos españoles y paraguayos, y financiado por la Unión Europea y el Banco Interamericano de Desarrollo.
Cada año -se lee en el estudio- 240.000 millones de litros de agua pura son extraídos del acuífero: 90.000 millones son para abastecer la demanda de consumo de las personas y el uso de las industrias, empresas embotelladoras, fábricas, cultivos agrícolas y crías de ganado, mientras que otros 135.000 millones alimentan ríos, lagos y arroyos de su influencia; unos remanentes de 13.500 millones de litros van específicamente al río Paraguay. No hay un balance negativo, porque cada año ingresan al Patiño 258.000 millones de litros. Por el contrario: hay un saldo positivo de 18.000 millones de litros de agua. Y es así porque renueva sus aguas cada hora y cada día del año.
Un acuífero estratégico
Paraguay es un país bendecido por el planeta, hídricamente hablando.
El Patiño es uno de los muchos acuíferos que contienen su suelo. Su potencial hídrico es nada comparado con la parte del acuífero Guaraní que está en territorio paraguayo: 71.000 kilómetros cuadrados de mancha de agua subterránea, según los datos del Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible. Es, sin duda alguna, la mayor riqueza del Paraguay.
Esta abundancia de agua dulce en este país rebosante de agua superficial y subterránea tiene números. “Paraguay tiene anualmente disponibles 63 millones de litros de agua por habitante”, recuerda el hidrólogo Roger Monte Domecq, uno de los más reconocidos del país.
Monte Domecq añade una perspectiva desde la cual pocos miran: “El acuífero Patiño es estratégico para la economía de Asunción, de Central y todo el país”. Y se pregunta: “Sin el agua del Patiño, ¿qué podrían producir las fábricas, las industrias y los cultivos agrícolas de Asunción y Central?”.
El “monstruo” que el Patiño alimenta
En las últimas tres décadas, la migración forzosa del campo a las ciudades cargó principalmente lo que hoy es la región más poblada del país. Como explica el hidrólogo Guillermo Achucarro, investigador de Base Investigaciones Sociales, “el agronegocio de la soja y el monocultivo expulsaron a cientos de miles de campesinos hacia la Región Metropolitana de Asunción. Esta multitud ejerce presión sobre el Patiño a través del consumo y uso de sus aguas”.
La Región Metropolitana de Asunción tiene, según los datos del Instituto Nacional de Estadística, alrededor de 2.772.000 habitantes, casi el 35% de la población del país (7.400.000). Según el Banco Central del Paraguay, su economía mueve anualmente alrededor de 31.000 millones de dólares, el 70% del producto interno bruto (PIB, 45.000 millones de dólares) nacional. En la región se asientan las más importantes fábricas, empresas, industrias y producción hortícola.
Este “monstruo” urbano –desordenado territorialmente y con una población esparcida, pero con una economía pujante– se alimenta del acuífero Patiño. Mucho más que el petróleo y que el capital, las cristalinas aguas del acuífero son el recurso estratégico y vital de la Región Metropolitana y del país.
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