Ciudad del Este: La fisura que podría resquebrajar la estructura de poder colorado
La abrumadora hegemonía del Partido Estado sufrió en el Este una pequeña grieta de la que surgen posibilidades de cambio. Una grieta que puede agrandarse con una corrida hacia el centro
Por Arístides Ortiz Duarte

Decir que la victoria electoral del Partido Yo Creo en las recientes elecciones municipales de Ciudad del Este es “el comienzo del fin de la hegemonía colorada”, no es otra cosa que una expresión de deseo, una frase motivadora, y no una anticipada realidad política.
La realidad política paraguaya de hoy está casi completamente teñida por el color de la bandera de la ANR. Un partido popular y por ello poderoso. Una centenaria asociación política para ejercer poder cuyos dirigentes han leído y entendido lúcidamente el proceso político a partir de 1989, a diferencia de los partidos de oposición, que en los últimos 35 años no supieron construir un proyecto político incluyente y superior al proyecto colorado.
Esta profunda comprensión de cómo los paraguayos juegan al poder (sin moral ni falsas esperanzas) les ha devuelto, en las elecciones generales de 2023, lo que habían perdido en 1989 con la caída de la dictadura estronista: un régimen político, esta vez abierto, con el que gobiernan como quieren. Un régimen original que, paradójicamente, lo construyeron con las reglas de la democracia, porque saben jugar mucho mejor que sus adversarios el juego democrático.
El régimen colorado se expresa así: el 75% de los funcionarios públicos pertenecen a este partido; el clientelismo político, gerenciado por los caudillos colorados, desbordó los límites de la ANR y hoy se derrama en gran parte del Estado y la sociedad, y la corrupción ya no son hechos protagonizados solo por colorados, sino que es un Estado social permanente. También se expresa en los tres poderes del Estado y en la mayoría absoluta de las gobernaciones y los municipios, que los ha copado. Todos estos factores muestran que la ANR construyó una “dictadura perfecta” en democracia, un sistema de dominación tejido con mucha inteligencia.
En este régimen hegemónico, expresado tanto en el Estado como en la cultura política, en este poder abrumador que desalienta y deprime cualquier voluntad de cambio, ocurrió un hecho político electoral: en Ciudad del Este, el hoy partido Yo Creo, liderado por Miguel Prieto, derrotó por tercera vez consecutiva a la estructura partidaria colorada y conservó la intendencia municipal de la ciudad.
Como en una roca, se abrió una pequeña grieta, una que no garantiza futuros, pero que recordó buenas lecciones, insufló una poderosa fuerza a los opositores al régimen colorado y vislumbra posibilidades para el cambio.
El ejemplo alentador de Prieto
La determinación de Prieto y su partido de no huir ante las amenazas judiciales y la poderosa estructura partidaria y financiera de la ANR en Ciudad del Este -donde el gigante Itaipú repartió recursos sin límites-, es una lección de valentía y vocación de poder. La aplastante victoria que lograron sobre el candidato colorado en los comicios recientes revela que, en cuatro años de administración municipal, resolvieron problemas reales de los habilitantes de la comuna, y que por esto volvieron a confiar en ellos. Demuestra también que Prieto y su equipo saben cómo proceder y qué discurso usar para, en ese territorio local, ganar elecciones a los colorados.
Hasta hoy, el ejemplo de Prieto recuerda a todos los partidos y organizaciones sociales opositoras al régimen (se califiquen de derechas o izquierdas) que es posible derrotar a la estructura de poder colorado, como ya lo hicieron Carlos Filizzola en 1991 y Fernando Lugo en 2008. Que, si se gobierna para beneficio de las mayorías, estas, siempre pragmáticas, volverán a votar por su benefactor.
El hecho político protagonizado por Prieto también influyó en el escenario político electoral de Asunción: su público apoyo a la precandidatura de Johanna Ortega a la intendencia de Asunción cambió, de golpe, el panorama electoral de la oposición, abriendo unas internas entre tres precandidatas que antes señalaba a Soledad Núñes como la segura candidata. Algo beneficioso por la legitimidad social que otorgará a la futura candidata.
Por de pronto, el futuro de Miguel Prieto es incierto. En los próximos meses deberá demostrar que no solo es un astuto político en Ciudad de Este, sino que puede convertirse en un líder nacional, con pensamiento estratégico y con capacidad de articular a todas las fuerzas que se oponen al régimen colorado.
Para toda la oposición, el primer desafío son las municipales de octubre de 2026. De las elecciones en los 263 municipios del país, los estratégicos son tres: Ciudad del Este, Encarnación y Asunción, por el peso poblacional, económico y político que tienen.
De estos tres, lo que ocurra en las municipales de Asunción será fundamental, por su valor símbolo en la República. Las elecciones en la Capital plantearán una disyuntiva: abrirá un camino hacia la consolidación del Partido-Estado Colorado que generará más excluidos sociales y debilitará aún más la capacidad de respuesta política de la sociedad, o un sendero en el que se dispute su hegemonía con una fuerte respuesta social y política.
Correrse hacia el centro
Frustrados el más serio proyecto de conservadurismo político (Patria Querida) y el más ambicioso proyecto de izquierdas (Frente Guasú) en los comicios del 2023, convertidos ambos en vergonzantes espacios marginales, no hay más remedio que aceptar que volvió con todo el Partido-Estado en el 2023, y que, invisibilizados y silenciados los opositores, estos deben cambiar sus estrategias políticas para confrontarlo, así como cambia cada día la realidad política, ese dinamismo de la realidad que tan bien han entendido los dirigentes colorados.
No hay más opción que guardar el hacha que está en las ideas y los programas máximos y cerrados, y sentarse a dialogar y actuar en base a los intereses sociales, económicos, culturales y políticos mínimos de las mayorías del país, esos que pueden conciliarse, que deben conciliarse, ante la proximidad de la muerte política de la oposición.
Deberá ser una decidida corrida hacia el centro político que exigirá a las dirigencias (partidarias y ciudadanas) aprender que ni el “zurdo” ni el “conservador” es superior moralmente a sus adversarios, porque ambos solo tienen intereses simbólicos y materiales, y por ello ambos son perfectamente corruptibles; que el llamado “pueblo” -esas complejas y contradictorias mayorías sociales- no es de izquierdas ni derechas y que es de ilusos tratar de convertirlo ideológicamente. El pueblo sí es híper-pragmático, porque siempre prefiere a quien cree le solucionará sus problemas de vida, o al que ya le demostró que puede beneficiarlo.
También exigirá a las dirigencias opositoras enterrar los discursos moralizantes. Aunque cargados de convicción y mística, el pueblo quiere escuchar de sus problemas y necesidad concretos, y de cómo serán solucionados, y no del deber ser, ni tampoco de los males provocados por los colorados, porque los conoce perfectamente. Así como deberán entender que la oligarquía paraguaya (esa que gobierna detrás de las formas democráticas) no es granítica, es contradictoria, paradójica, y por ello hay en ella sectores que quieren el cambio de régimen en el país.
La disputa en Asunción
Este movimiento hacia el centro, este acercamiento de los extremos, podría darse entre las fuerzas opositoras en Asunción como un ejemplo paradigmático a seguir a nivel nacional. Una movilidad que salga de los polos para construir un Espacio Social y Ciudadano Heterogéneo que rescate a la ciudad de Asunción de su agonía, recuperando la intendencia y la mayoría en la Junta de la Municipalidad. Un espacio paralelo y autónomo de la Mesa de Partidos Unidos por Asunción, pero que dialogue con ésta y le proponga un programa político municipal de cinco años.
Un Espacio cuyas organizaciones se movilicen y se opongan formalmente al régimen colorado, ese régimen que destruyó la ciudad y la institucionalidad de la municipalidad de Asunción. Un proyecto político asunceno que combata con frontalidad el clientelismo y la corrupción como cultura política.
Esta coyuntura política solo puede ser entendida por los que revisan y cambian sus ideas políticas, sustentados en la actitud mental de que sus identidades políticas de izquierdas o derechas son dinámicas, movibles, infieles a los dogmas que aprendieron, máscaras que se van usando de acuerdo a la cambiante realidad política.
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